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Mostrando entradas de diciembre, 2009

La Mezquita: lugar de adoración

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  Ese “invisible-adelante” que llaman lugar. Esa tierra recomenzada en aquel punto, en aquel claro. Aquel centro que sólo restituye el canto del muecín que avisa. Y es preciso acudir. A adorar a Allah. Entonces una claridad aleteante nos obliga a limpiarnos los ojos, a limpiar las palabras. Para poder nombrar ese Nombre que arde en el espacio. No es un espacio indiferenciado, ni indistinto. Aquí nos crece el corazón, la voluntad, la inteligencia. Aquí cae el rayo y nuestros ojos saltan, se abren sobre el verdadero lugar. Porque la mezquita es el lugar. Porque el hombre pertenece. Porque existencialmente bien comprendido, el hombre es espacial. El musulmán justifica la existencia de toda mezquita sólo para reencontrar, revivificar el lugar que lo restituye en el mundo. Lugar existencial. Lugar constitutivo. Después de 500 años, de nuevo los musulmanes españoles reinventan una relación con el mundo: no para recuperar la tierra primigenia, la plenitud primigenia, jamás restable