“Ciudadano” Khan, primer alcalde musulmán de Londres, ¿y qué?
“Ciudadano”
Khan, primer alcalde musulmán de Londres, ¿y qué?
Sadiq Khan fue elegido alcalde de Londres el día
5 de mayo de 2016. Enseguida todos los medios repetían el mismo mantra: “Sadiq
Khan, primer alcalde musulmán de Londres”; “Sadiq Khan, el primer alcalde
musulmán de una gran ciudad europea”; “Ciudadano Khan”, etc.
¿Y qué?
Además, Sadiq Khan (aspirante laborista)
competía con Frank Zacharias Robin “Zac” Goldsmith (aspirante conservador),
heredero de una dinastía de banqueros judíos, quien, junto al primer ministro
David Cameron, se empeñaron por todos los medios en vincularle con el
extremismo islámico durante la campaña electoral, “usando el miedo para dividir
y enfrentar a los grupos étnicos y religiosos”.
Sadiq Khan fue presentado como hijo de
una costurera y de un conductor de autobús de origen pakistaní, quien a muchas
duras penas llegó a licenciarse en Derecho, teniendo como aficiones el
Liverpool C. F., el boxeo y el cricket; casado con Saadiya Ahmed, también
abogada, con quien tiene dos hijas.
Su salto a la alta política lo dio con Gordon
Brown, convirtiéndose en el “primer musulmán” en formar parte de un Consejo de
Gobierno británico, en calidad de secretario de Estado para las Comunidades
Locales, y posteriormente secretario de Estado de Transporte, desde donde fue
escalando posiciones hasta convertirse en el “ministro a la sombra” de
Justicia, cuando Ed Miliband (de origen judío) era el líder del Partido
Laborista.
Sadiq Khan se define a sí mismo como “musulmán
moderado”, distanciándose así de un pasado ambiguo, en el que se codeó con lo
que ahora llaman “radicales islámicos”. Aunque practicante, no luce barba y su
esposa no viste velo, detalles que también recalcan los medios.
Pero, ¿qué es un “musulmán moderado”? Según
algunos, aquellos que rechazan el wahabismo, que no declaran descreídos a otros
musulmanes por mantener diferencias de opinión, que no declaran a los
seguidores de otras religiones, especialmente judíos y cristianos, como
infieles, que no rechazan aliarse con gobiernos no musulmanes, e incluso,
aquellos que garantizan que los intereses de EEUU, Europa e Israel no estén en
juego. En definitiva, un “musulmán moderado” parece ser –según estas opiniones,
hoy por hoy, generalizadas– alguien que no quiere vivir según lo que es y ha
sido siempre un musulmán: alguien que intenta siempre mantenerse en una
posición intermedia, tratando de conservar un equilibrio a través de su
esfuerzo. No en vano, dice Allah en el Noble Corán: “De este modo hemos hecho
de vosotros una comunidad de en medio” (Sura de la Vaca, 2:143). Es decir, una
comunidad justa, equilibrada, en el camino del medio. Así pues, “los que
recibieron el Libro [judíos y cristianos] no seguirán la dirección hacia la que
miras aunque vayas a ellos con toda clase de signos prodigiosos; ni tú vas a
seguir la suya ni ninguno de ellos seguirá la de los otros. Si siguieras sus
deseos después del conocimiento que te ha venido, serías de los injustos.”
(Sura de la Vaca, 2:145).
Y aún más, Sadiq Khan aclara siempre que tiene
ocasión: “No me considero un político musulmán; tampoco soy un portavoz o un
líder musulmán (…) Todos tenemos identidades múltiples: soy londinense, soy
hijo, soy padre (…) Quiero demostrar que es posible creer en los valores
occidentales y en la libertad, y a la vez, ser un musulmán normal y corriente.
(…) Vivimos en la ciudad con más diversidad del mundo, pero la gente no se
mezcla tanto como debería. Me gustaría potenciar este sentimiento de
pertenencia.”
En este orden de ideas, cabe recordar que el
concepto “múltiples identidades” es un concepto que la inteligencia judía, al
tiempo que fueron adquiriendo una mayor visibilidad con la democratización y el
interés por las llamadas “minorías”, la diversidad cultural y su articulación
en el marco de la posmodernidad, han hecho extensivo a todo lo largo y ancho
del orbe, hasta llegar a ser una de las principales características de nuestra
época, con el que se quiere definir la pertenencia del individuo a un paisaje
cultural de clase, género, sexualidad, etnicidad y nacionalidad, fragmentado;
de que el individuo se ubique en una red de relaciones, donde reina la
interdependencia y fragmentación en el cual todos se sienten desenraizados,
como lo han sido los judíos a lo largo de su historia, navegando entre culturas.
“Hoy –escribe el judío Bernardo Sorj– tener
múltiples identidades es la norma. (…) Lo que antes aparecía como una anomalía,
la diáspora, hoy es un fenómeno universal. Ideologías como el discurso de los
derechos humanos o el ecologismo e identidades étnicas o de género, desplazaron
la centralidad de la identidad nacional en las democracias contemporáneas.”
(1).
El objetivo principal del uso del concepto de
“múltiples identidades” es dinamitar el concepto de identidad, imponiendo, en
su lugar, el de “múltiples identificaciones”, según el cual se pone a
disposición del individuo una multitud de máscaras, de papeles diversos, con
los que jugar en las distintas situaciones y momentos en los cuales participa.
De ahí al trastorno de personalidad múltiple sólo un paso: yo soy otro, siempre
somos plurales. El paradigma extremo es el hombre camaleón que el director de
cine judío Woody Allen representó en su película “Zelig” (1983), donde el
protagonista llama la atención con su capacidad de cambiar de apariencia
adaptándose al medio en el que se desenvuelve para ser aceptado.
(Sadiq Khan con kippah en fiesta judía de Pesach, 8-5-2016)
(Sadiq Khan en fiesta hindú)
Por otra parte, inmersos en esa falsa
dialéctica esquemática que es utilizada como mantra en todo el orbe: o
Civilización o Barbarie, hasta los mismos musulmanes caen en la trampa sentimental
del multiculturalismo, cuestionada con brillante lucidez por Theodore Dalrymple
(seudónimo del médico y escritor británico Anthony Daniels) en su magnífico
libro “Sentimentalismo tóxico”: “Hay un gran componente sentimental en la idea
moderna de multiculturalismo, según la cual todos los aspectos de todas las
culturas son mutuamente compatibles y pueden coexistir con la misma facilidad
que los restaurantes de diferentes cocinas en el centro de una ciudad
cosmopolita, simplemente porque la humanidad está impulsada por, o es
susceptible a, expresiones de buena voluntad siempre y en todas partes”. En
suma, “el camino hacia el corazón de un partidario del multiculturalismo
definitivamente pasa por su estómago”, porque “es indudable que la afluencia de
extranjeros procedentes de muchos países diferentes ha mejorado mucho la
calidad de la cocina de Gran Bretaña.” (2).
Así pues, es curioso que desde su puesta
de largo como alcalde, Sadiq Khan prometió “atacar al antisemitismo allá
dondequiera que se presente”, trabajando con todas las organizaciones judías
“para reunir a nuestras comunidades y promover el entendimiento”, y como
colofón: “voy a ser el alcalde musulmán que defiende los derechos judíos”. No
podía ser de otra manera, dado que su equipo de campaña para alcanzar la
alcaldía de Londres estaba presidido por la sionista Heidi Alexander, siendo
gerente de campaña el también sionista Marcus Roberts (director de la National Anglo-Jewish Heritage Trail, y
miembro también, como Sadiq Khan, de la Fabian
Society, quien ya había trabajado anteriormente con Al Gore, John Kerry y
Barack Obama en sus campañas presidenciales).
Ya antes de ser alcalde de Londres, Sadiq
Khan en calidad de ministro de las comunidades en el último gobierno laborista
trabajó para fortalecer las relaciones entre las comunidades judías y
musulmanas, destacando particularmente su esfuerzo en forjar una fuerte
relación con la Nightingale House, un
conocido hogar judío de caridad (Jewish Care Home) en el distrito electoral de
Tooting, un barrio en el sur de Londres, el barrio de toda su vida, donde él
vivió en una de tantas viviendas sociales (“council
states”) con ocho hermanos.
Y ya como alcalde manifiestó aún más sus
esfuerzos en establecer fuertes relaciones con la comunidad judía británica,
visitando sinagogas y yendo a eventos y fiestas judías, incluso durante el
Ramadán de 2015, y dando mensajes pro-judíos en los diarios The Guardian y The Evening Standard, así como multitud de mensajes a través de
Youtube, indicando –entre otros asuntos– su oposición al boicot, sanción o
desinversión que promueven campañas contra Israel.
(Sadiq Khan con rabino Ephraim Mirvis, Memorial Holocausto, 8-5-2016)
No deja de ser significativo que el primer acto
al que asistió como alcalde fue Yom HaShoah, un memorial sobre el Holocausto,
el domingo 8 de mayo de 2016 después de las elecciones, donde se sentó entre el
embajador de Israel y el principal rabino del país, Ephraim Mirvis, donde dijo
que “Londres mostrará cero tolerancia hacia el antisemitismo”, desmarcándose
así del ala “islamoizquierdista” del Partido Laborista, siempre del lado de
Palestina. Un acto que fue visto por el mediático intelectual judío-francés
Bernard-Henri Lévy (conocido por ser un perverso moralizador de las guerras, en
general, contra el Islam), como una clara muestra de “una clara victoria del Islam
iluminado frente al Islam ignorante, reaccionario e intolerante”, celebrando
incluso la elección de Khan como “la sumisión no de la democracia ante el
Islam, sino del Islam ante la democracia. Esa democracia –la democracia
británica- debería estar orgullosa no sólo de haber acogido al Islam sino
también de haberlo ayudado a reformarse.” (3).
Por otra parte, Sadiq Khan es miembro del comité
ejecutivo de la Fabian Society, habiendo sido su presidente desde 2008 a 2010,
y escrito dos folletos fabianos: “Castigo y reforma” (2011), y “Nuestro
Londres” (2013).
(Saiq Khan en Fabian Society)
La Sociedad Fabiana se fundó en 1884 como
movimiento socialista británico, cuyo objetivo principal era y es la aplicación
del socialismo mediante reformas graduales, dejando a un lado la tradición
marxista, y defendiendo el principio de una sociedad sin clases, que conduzca a
la síntesis del socialismo (Estado benefactor) y del capitalismo (leyes del
mercado), fusión que conduce a implantar una economía globalizada en manos de
unos pocos, como preconizaba uno de sus primeros miembros, el conocido escritor
Herbert George Wells (o H.G. Wells, autor de las conocidísimas novelas de
ciencia ficción “La máquina del tiempo” o “La guerra de los mundos”, entre
otras), en su obra titulada “La Conspiración abierta” (“Open Conspiracy”), donde abogaba por un Estado (gobierno) mundial
sin clases, capaz de controlar todo.
El nombre de la Sociedad Fabiana está tomado del
general romano Quinto Fabio Máximo, apodado “Cunctator” (“el que retrasa”), porque conseguía frenar los ataques
del ejército cartaginés de Aníbal buscando desgastarlo dejando pasar el tiempo,
yendo despacio, paso a paso, o con técnicas de guerrilla. Defiende el método de
un cambio gradual, suave pero implacable. No deja de ser curioso que su logo
está compuesto por un lobo con piel de cordero portando una bandera.
La Sociedad Fabiana tuvo parte fundamental en la
creación de la London Schools of
Economics (LES) en 1895, donde han estudiado a lo largo de su historia
multitud de estudiantes que luego han sido dirigentes o han formado parte
importante en la vida política o económica de sus países de origen; y, cómo no,
en el surgimiento del Partido Laborista británico, fundado en 1906.
Por otra parte, lo que no sabe la mayoría de la
gente es que el Partido Laborista del Reino Unido está en manos de un poderoso
lobby sionista, que al más mínimo posicionamiento antiisraelí de algún miembro
de dicho partido es señalado como “antisemita”, como ha ocurrido con Seamus
Milne (director de estrategia y comunicaciones), Ken Livingstone (ex alcalde de
Londres), Naz Shah (parlamentaria), John McAuliffe (expulsado del partido por
decir una gran verdad: que “el holocausto ha sido la herramienta política más útil del Gobierno sionista de
Israel para establecer un chantaje financiero a Occidente, por medio del cual
Israel recibe una cantidad ilimitada mientras dure su existencia”),y
otros muchos laboristas menos conocidos, suspendiéndolos de militancia y
cesándolos de sus cargos, y llegando a acusar incluso al actual líder del partido,
Jeremy Corbyn (hasta ahora reconocido defensor de los derechos del pueblo
palestino), de dilatarse “en adoptar medidas ante la propagación de ideas
antisemitas en el partido”, el cual ante dicha presión anunció enseguida “un
plan de lucha contra el antisemitismo y la formación de un comité especial para
investigar racismo dentro del partido”.
El músico Gilad Atzmon, músico de jazz y
destacado activista antisionista pese a su origen judío, denuncia que el
laborismo británico “está dominado por oligarcas sionistas”, llegando a juzgar
a Jeremy Corbyn como un “pelele”, “un perro faldero sionista”, porque “se ha
rendido incondicionalmente al lobby judío, ha traicionado sistemáticamente cada
uno de sus principios básicos declarados” (4), y definiendo incluso al Partido
Laborista como “un territorio sionista ocupado.” (5).
Entre los oligarcas sionistas judíos del Reino
Unido se encuentran lord Michael Levy, lord Sugar, sir Trevor Chinn, Gerald
Ronson, Lady Julia Neuberger, David Abrahams, John Woodcok (diputado y
presidente de Laboristas Amigos de Israel), Michael Foster, Stanley Fink,
Michael Hintze, etc.
Michael Levy, por ejemplo –según describe Manuel
Galiana–, jugó un papel clave “en el giro hacia la derecha del partido
Laborista con Tony Blair y en el acercamiento del partido con Israel”. Levy,
que era un ex ejecutivo de una compañía de discos, “fue presentado a Blair por
Gideon Meir, un diplomático de las Embajada israelí en Londres, y fue después
nombrado como el recolector de fondos en jefe de Blair. Fue una figura clara en
una red de nuevos donantes laboristas que lograron que Blair consiguiese la
independencia financiera de los sindicatos y que crease una camarilla de
asesores que le seguirían hasta el 10 de Downing Street.”
Por su parte, “Trevor Chinn era uno de los
donantes a los Fondos para la oficina del líder laborista, Blair, un trust del
cual Levy era según la prensa el hombre de la bolsa. Si fue debido a la
influencia directa de donantes pro israelitas, o simplemente una característica
del movimiento más amplio del Partido Laborista hacia la derecha, es difícil de
decir, pero en 2001, Jonathan Mendelsohn, bróker del poder, lobbista y anterior
presidente de Amigos Laboristas de Israel, comentó: ˝Blair había atacado el
anti Israelismo que existía en el Partido laborista. El entorno ha cambiado˝.”
Desde entonces hay una red de hombres de
negocios y financieros judíos dominando, no sólo al Partido Laborista, sino
toda la política británica, a través de lobbys como el Consejo de Liderazgo
Judío (JLC) y el Centro de Investigación y Comunicaciones Gran Bretaña-Israel
(BICOM), así como el Consejo Británico de Diputados Judíos y los Amigos
Conservadores de Israel (CFI), desde donde se coordinan todas las actividades
“contra los boicots de Israel y otras campañas anti sionistas.” (6).
No se olvide que la cúpula del Partido Laborista
estuvo liderada anteriormente por Ed Miliband (Edward Samuel Miliband Kozak, de
padre belga y madre judía polaca), cuya campaña por el liderazgo del partido en
2010 fue dirigida curiosamente por Sadiq Khan contra su hermano David Miliband.
Liderazgo que logró con el apoyo del 50,6 % de los votos, encabezando la
oposición parlamentaria al gobierno de David Cameron; puesto en el que estuvo
hasta el 8 de mayo de 2015, tras las elecciones generales, en que dimitió tras
sus desastrosos resultados.
El nombramiento de Sadiq Khan como alcalde de
Londres, por tanto, hace honor al famoso dicho: no hay mejor cuña que la de la
misma madera. El simbolismo de un alcalde musulmán llevando las riendas de una
ciudad que es un crisol de dinamismo de la tecnología, capacidad financiera y
riqueza étnica, enviaba un poderoso mensaje al mundo. Porque la realidad
cotidiana del ejercicio de su trabajo como alcalde será recordada poco más que
por apoyar la construcción de nuevas viviendas de compra accesible, por haber
congelado durante unos años las tarifas del metro y los autobuses, por defender
los derechos de los homosexuales (que le valió un fatwa por apostasía del imam
de una mezquita de Bradford), y poco más.
Porque Sadiq Khan no sólo se desmarcó incluso de
su jefe de filas, Jeremy Corbyn (quien no fue invitado siquiera a la ceremonia
inaugural de Sadiq Khan como alcalde en la antigua catedral anglicana de
Southwark, al lado del río Támesis, “por no haber tomado una acción más
contundente y rápida en el escándalo del antisemitismo”, cuando había sido uno
de los dirigentes que lo nominó para suceder a Miliband), sino que contribuye a
desmontar la narrativa de los que argumentan que el mundo occidental odia el
Islam, ya que millones de votantes han decidido elegir a un musulmán para
llevar las riendas de Londres.
“Creo que puede ayudar a ofrecer una narrativa
alternativa al radicalismo”, opina Muhammad Abdul Bari, responsable de la ONG
Muslim Aid y expresidente de la mezquita del Este de Londres. “Desde los
ataques del 7 de julio de 2005, no hay día en que en la prensa no se retrate
negativamente a los musulmanes. La elección de Khan dará confianza a los
musulmanes para acceder a la vida pública. Indirectamente, puede ayudar a
combatir la radicalización, ya que contribuye a que las comunidades musulmanas
tengan confianza en que hay un futuro para ellos en este país. Que pueden tener
éxito si tienen talento, que la vida pública está ahí también para ellos. Ese
mensaje puede contribuir a marginar a las minorías extremistas. Y a la vez, la
sociedad verá que los musulmanes no responden al estereotipo con el que a
menudo se les retrata. Es un mensaje de Londres a todo el mundo”. (7).
Como era de esperar, Sadiq Khan hizo un potente
alegato de la convivencia multicultural en su investidura, rodeado de figuras
de diferentes credos religiosos, con el objetivo final de que el Islam sea
compatible con los valores liberales occidentales, vendiéndose él mismo como
ejemplo claro de ello. No en vano, el Islam es considerado la segunda religión
en Reino Unido.
Se trata de implementar lo que ya dijo en su día
el apóstata Salman Rushdie: “para derrotar al terrorismo el mundo islámico debe
asimilar los principios seculares y humanistas en los que se basa la
modernidad”. En definitiva, se ha puesto a un “musulmán moderado” al frente del
gobierno de Londres para intentar que los musulmanes del Reino Unido cambien
sus actitudes –según refiere Trevor Phillips, ex presidente de la Comisión de
Igualdad y Derechos Humanos– hacia cuestiones “tan fundamentales como el
matrimonio, las relaciones entre hombres y mujeres, la educación, la libertad
de expresión, e incluso la validez de la violencia en defensa de la religión.
(…) Durante siglos, hemos logrado absorber gente con antecedentes culturales
muy diferentes… Pero la integración de los musulmanes seguramente será la tarea
más dura a la que jamás nos hemos enfrentado” (8).
En este orden de ideas, se utiliza hasta el
paroxismo la falsa dialéctica de moderados versus fundamentalistas. “En general —escribe con certera rotundidad Kamel
Gomez—, se habla de ˝moderados˝ como oposición a ˝fundamentalistas˝,
˝integristas˝, ˝yihadistas˝, ˝extremistas˝ y/o ˝radicales˝. Los últimos, son
los que hay que bombardear, asesinar, invadir, en nombre de la ˝democracia˝ y
la ˝libertad˝, con la OTAN como gendarme con su ˝responsabilidad de proteger˝.
Los primeros, son los que pueden sentarse a negociar, quienes garantizan que
los intereses del colonialismo de EEUU, Europa e Israel no estén en juego”. Y
por supuesto, “los ˝fundamentalistas˝ son siempre los mismos, los que no
aceptan los postulados que tienen que configurar a todo el planeta. Sí, los que
quieren un mundo capitalista, occidental, laico (sin religión que moleste),
feminista (es decir, hombres y mujeres igualitos
para la empresa imperialista), consumista, con coca cola y hamburguesas para
todos, te lanzan la invitación primero con armas y luego por ˝contagio˝. ¡Ay de
aquellos que digan otra cosa, que piensen, coman y amen desde otra
cosmovisión!” (9).
Y como declara el periodista John Carlin: “Sadiq Khan ofrece un ejemplo de
alguien que ha superado la prueba. Se ha sumado a la lógica, como dicen sus
compatriotas, de que si vives en Roma, haz como los romanos. Sin renunciar a
sus orígenes o a su religión, ha asimilado plenamente los valores de la
democracia occidental. Su desafío histórico será convencer al alto porcentaje
de sus correligionarios que se resisten a ello. Pero el mero hecho de estar
donde está ya le dota de fuertes argumentos. Su condición de alcalde contiene
un mensaje implícito a aquellos musulmanes en Reino Unido, y en otros países
europeos, que viven bajo un autoimpuesto apartheid cultural: salgan de su zona
de confort; no tengan miedo; no hace tanto frío afuera.
»El
mensaje podría ser especialmente sugerente para aquellos jóvenes musulmanes que
se sienten marginados en la sociedad occidental y que, en algunos casos, optan
por el terrorismo yihadista para afirmar su frágil autoestima. Solo tienen que
ver el ejemplo de Khan, cuyos padres fueron inmigrantes paquistaníes, que se
crió en un barrio pobre, en una casa pequeña, en una familia de ocho hermanos.
˝En aquellos tiempos nunca soñé que alguien como yo podría salir elegido
alcalde de Londres˝, declaró Khan minutos después de conocerse que había ganado
las elecciones.
»Que Khan haya logrado lo no soñado ofrece la
esperanza de que el reto pendiente de la integración musulmana en Europa, y la
ganancia en paz social que eso conllevaría, se haga un día realidad. Tengamos
fe.” (10).
Sadiq Khan lo tiene claro cuando declara: “Quiero
demostrar que es posible creer en los valores occidentales y en la libertad y a
la vez, ser un musulmán normal y corriente”. El hecho de vivir “en la ciudad
con más diversidad del mundo”, pero donde “la gente no se mezcla tanto como
debería”, le lleva a confesar su deseo como alcalde de “potenciar este
sentimiento de pertenencia.” (11).
Insistimos: no hay mejor cuña que la de la misma
madera.
El ejemplo más infame es Barack (Hussein) Obama,
presidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz (2009), con la
diferencia que este –al contrario que Sadiq Khan– sólo tiene de islámico el
nombre. Pues bien, sólo en el año 2015 Obama autorizó el lanzamiento de
alrededor de 24.000 bombas sobre Siria, Iraq, Afganistán, Pakistán, Yemen y
Somalia, países de mayoría musulmana.
Yasin Trigo
Yasin Trigo
NOTAS:
(1).- Bernardo Sorj, “Judaísmo para todos”,
Centro Edelstein de Investigaciones Sociales, Río de Janeiro, Brasil, 2001, pp.
68-69.
(2).- Theodore Dalrymple, “Sentimentalismo tóxico (Cómo el culto a la emoción pública está
corroyendo nuestra sociedad)”, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pp.
177-178.
(3).- Bernard-Henri Lévy, “El Islam democrático
de Sadiq Khan”, http://www.reforma.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=843528&md5=eb566e0bf777061a9337d1ede43f0956&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe
(4).- Gilad Atzmon, “El laborismo británico tiene un problema judío. Está dominado por
oligarcas sionistas”, http://www.gilad.co.uk/writings/2016/4/29/labour-has-a-jewish-problem-it-is-dominated-by-zionist-oligarchs;
leer en castellano en: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=211937
(5).- Gilad Atzmon, “El Partido Laborista de Corbyn no es un
partido, más bien parece un territorio sionista ocupado”, http://www.gilad.co.uk/writings/2016/4/26/corbyns-labour-is-not-a-party-more-like-occupied-territory;
leer en castellano en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=211974
(6).- Manuel Galiana Ros, “Colapso
Financiero Mundial. Su origen: los lobbies sionistas en Europa y en EEUU”,
Ediciones Esparta, pp. 194-197.
(7).- Citado por Pablo Guimón, “La
victoria del ˝Yes, we Khan˝”, El País, 15 de mayo de 2016, sección
Internacional, pág 8.
(8).- Citado por John Carlin, “La
fe del alcalde Khan”, El País, 9 de mayo de 2016. http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/08/actualidad/1462708396_016110.html
(9).- Kamel Gomez, “¿Qué significa ser musulmán ˝moderado˝?”, Rebelión,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140207
(10).- John
Carlin, ibídem. http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/08/actualidad/1462708396_016110.html
(11).- “Sadiq
Khan: “¿Ser el primer alcalde
musulmán de Londres y no sentir miedo es una muestra de osadía?”, fuente:
El diario.es, 9-6-2016. Recogido en: http://www.webislam.com/articulos/110467-sadiq_khan_ser_el_primer_alcalde_musulman_de_londres_y_no_sentir_miedo_es_una_mu.html