Elementos fundamentales de la actitud islámica ante la vida

De la vieja política dialéctica de los dos bloques con capacidad de intervención mundial, se pasó a la antigua distinción civilización-barbarie.
Islam presenta un desafío en relación al paradigma de cultura occidental. Incluso algunos intelectuales se dieron cuenta, como Eugenio Trías, quien escribió: “ahí es donde se dibuja la figura del chivo expiatorio”, (...) “caído el sistema de coexistencia de bloques, el chivo expiatorio puede convertirse poco a poco en el elemento de la diferencia. Ahí es donde me alarmo cuando oigo términos como ˝fundamentalismo˝, como ˝integrismo˝, esos términos en los que se define toda una realidad social y cultural inmensa, compleja, rica, tomándola desde aquel ángulo en el cual comparece bajo su rostro más repulsivo y deforme: bajo la figura del chivo expiatorio” (Eugenio Trías, “¿Qué está pasando?”, en Ajoblanco, dic. 1991, pp. 19).

Occidente ha perdido toda la idea de cultura en el sentido vivo, de trascendencia, de riqueza espiritual. Por eso envidia al Islam. Otro intelectual se percató de ello: “Hasta qué punto en la crítica hacia los fundamentalismos islámicos no subyace una envidia hacia culturas que, aunque consideradas miserables y que causan terror, al mismo tiempo causan envidia por una fuerza espiritual de la cual Occidente en estos momentos está desposeída totalmente” (Rafael Argullol, “¿Qué está pasando?”, en Ajoblanco, Dic. 1991, pp.19)

Ante este panorama, ¿cuál es la forma de vida propia del hombre musulmán?, ¿cuáles son la actitud y el estilo existencial más conforme a la vía islámica?, ¿cómo hemos de conducirnos en nuestra vida diaria si queremos recorrer el camino del Islam?, ¿qué pauta o norma de vida podemos seguir para aproximarnos cada vez más a dicho camino?

Antes de continuar, decir que el hombre a quien está providencialmente destinado el Mensaje del Islam, debe reconocer en él lo mejor de sí mismo.

Dicho esto, vamos a describir los elementos fundamentales de la actitud islámica ante la vida, de acuerdo con los cinco pilares del Islam:



1º).- Atestiguar que no hay Dios sino Allah y que Muhammad es Su Siervo y Su Mensajero (Shahada).

• La ilaha illa-Llah:

–No hay divinidad (o realidad, o absoluto) fuera de la única Divinidad (la Realidad, el Absoluto).
–Sólo Allah es.
–En este mensaje están contenidas todas las verdades metafísicas.
–Es la fórmula del discernimiento o la “abstracción” (tanzih)
–La palabra “divinidad” (ilah) designa al mundo en cuanto es irreal porque sólo Allah es real.
– Se es consciente de que sólo el Principio es real y de que el mundo, aunque “existente” en su nivel, “no es”.


• Muhammadum Rasulu-Llah:

–Muhammad (El Glorificado, el Perfecto) es el Enviado (el portavoz, el intermediario, la manifestación, el símbolo) de la Divinidad.
–Todas las cosas están vinculadas a Allah.
–Toda manifestación –luego todo lo que es relativo– está vinculado al Absoluto.
–Aquí están contenidas todas las verdades escatológicas.
– Es la fórmula de la integración o la “analogía” (tashbih)
– El nombre del Profeta Muhammad designa al mundo en cuanto es real porque nada puede ser fuera de Allah.
–Se es consciente de que el mundo -–la manifestación– “no es otro” que Allah o el Principio, pues “en la medida” en que tiene realidad, ésta no puede ser sino la que “es”, es decir, no puede ser sino divina; es, pues, ver a Allah en todas partes, y todo en Él.


Guiar la vida por este principio inmutable. Completa sumisión a Allah. Tener siempre presente sus enseñanzas y seguir sus orientaciones. Conformar la totalidad de nuestra existencia a sus directrices y consejos. Supeditar a Su palabra (revelada en el Sagrado Corán) todos nuestros criterios, juicios, opiniones, tendencias, acciones, (reduciendo a la mínima expresión o, lo que es lo mismo, erradicando por completo el capricho y la arbitrariedad, la manía de originalidad e independencia individual, el afán de protagonismo, el criticismo racionalista y cualquier otra manifestación, de individualismo).
Ajustar la propia vida a las costumbres del Profeta (la paz sea con él). Esto significa llevar una vida sana, natural y equilibrada. La naturaleza y la sencillez son el ideal del modo de vida islámica.
El musulmán –según una célebre definición de Shayj Al-Muhasibi– “hace lo que le corresponde hacer y se aparta de lo que tiene derecho a esperar (de los demás)”.
Respeto a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea. Saber cuidar todas las cosas que Allah nos ha dado para usufructuarlas.
Nobleza, generosidad, magnanimidad.




2º).- El establecimiento de la oración (salat).

Ritualizar a través de la oración la propia vida.
Practicar y cultivar todo aquello que nos haga ganar en concentración, unidad, integridad, interioridad, profundidad, elevación, centralidad, orden, medida, disciplina, autodominio, actividad consciente y plena de sentido, paz y quietud creadoras, armonía y equilibrio.
Eliminar, por el contrario, o reducir a su mínima expresión cuanto signifique dispersión, disociación, distracción, superficialidad, ruido y desorden, desasosiego, anarquía, descontrol, agitación, disipación, activismo estéril, debilidad, tensión o discordia.
Rectitud, autenticidad y pureza de vida. Mantenerse siempre en el Recto Camino. Permanecer siempre fiel a nuestra más alta realidad, a la dimensión vertical de nuestro ser.
En suma, rectitud en palabras, obras y pensamientos, de manera que la totalidad de la existencia se rija por una actitud justa y pura.



3º).- La entrega del zakah.

Actitud comprensiva y compasiva hacia todos los seres. Vivir con las ventanas del corazón abiertas.
Postura de radical desapego. Vivir con completo desprendimiento, con total espontaneidad y libertad interior, hasta el extremo de que la sanción social de nuestros actos carezca de relevancia. Porque no existen actos socialmente “buenos” o “malos”, sino actos que fortalecen y actos que debilitan.
Actuar sin deseo, sin tener en consideración los frutos, sin que sea determinante la perspectiva de éxito o fracaso, de victoria o derrota, de ganancia o de pérdida, así como tampoco las de aprobación o desaprobación de los demás. Hacer lo que se debe hacer. “Esta es la voluntad de Allah, no hay fuerza sino por Allah” (Mashá Allah la quwwata illa billah, como dice el sello del maestro sufi Shayj Muhammad Ibn al-Habib).



4º).- El ayuno de Ramadán.

Aniquilación del “nafs”.
Hemos de vivir en un estado de completa sumisión a la Voluntad de Allah.
Mantener una postura de desconfianza y distancia hacia el propio “Yo”, hacia todo lo que de él surja: emociones, juicios, opiniones, apetencias, dudas, etc.
Mantener una permanente actitud de atención y vigilancia.
Autodominio, señorío de sí mismo, lucidez y claridad de juicio, libertad interior.
Paciencia en la adversidad.



5º).-La peregrinación a la Casa de Allah: Meca (Hajj).


Entrega a la acción del momento.
Concentración en la vivencia del instante presente.
Vivir en el “aquí ahora”, libre tanto de preocupaciones por lo que haya de venir en el fufuro como de lamento o remordimiento por lo ya pasado.
-Entrega a la acción pura y desinteresada, teniendo en cuenta en todo lo que empredemos la rectitud y conveniencia de la acción a realizar.
Empeño y resolución para realizar el propio destino, para avanzar en el sendero de la liberación.
La vida ha de ser vivida como un combate al servicio de Allah.
Aceptar las cosas tal y como son.
Conservar una postura de impersonal objetividad.
No engañarse con las propias construcciones mentales. No ofuscarse con las apetencias de uno mismo, y saber captar la verdad sin deformaciones sentimentales y subjetivas de ningún tipo.
Aceptación, confianza, contento, imperturbabilidad, serenidad gozosa e imperturbable ante los sufrimientos, frustraciones y sinsabores del diario existir, y alegría.
Aceptación de la Voluntad Divina.
Confianza en la Providencia divina.
Conformidad con el propio destino.
Una vez más, naturalidad, rectitud, autenticidad y sencillez.



— Conciencia de la Presencia de Allah.

No olvidar nunca que Allah se halla presente en el centro de nuestro ser y en el mundo en que vivimos, en todo cuanto nos rodea.
Vivir con la idea clara en nuestra mente de que Allah está más cerca de nosotros que nosotros mismos. El Noble Corán dice que Allah está más cerca de uno que la propia vena yugular.
Porque no hay nada que exista fuera de Allah y la existencia universal no es sino la manifestación de Allah.
Conservar siempre vivo en nuestro corazón el recuerdo de Allah e invocar en todo instante Su Nombre (dhikr)
Porque no se puede detentar el conocimiento de la realidad a menos que demos el primer paso, después el segundo, y después el tercero. El primer paso es la conciencia, en todo momento, del mundo de las formas, esto es, del mundo sensorial (Fitra). El segundo es la discriminación, la cual nos conduce a la correcta percepción de los significados y, por tanto, al comportamiento adecuado (Fikr), y el tercero es el impulso hacia el objetivo último, la aspiración hacia el conocimiento de sí mismo, del que proviene la auténtica realización (Himma).

Esto conlleva la aceptación de la Unidad, los Libros, los Mensajeros, los Ángeles, el Último Día, la Balanza y el Decreto.



Yasin Trigo
(Granada, 1995)

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